Últimos días del 2020.
1. Una intro
Son dibujos hechos a lápiz, carboncillo, gesso, durante horas, trazo a trazo, esperando con la puerta abierta a que seque el gesso, que seque el fijador. Capa tras capa, carboncillos de distinto tipo, grafito de distinta dureza, goma para borrar los desagravios. Y más fijador y más espera. Un proceso largo.
2. El aura y el cisheteropatriarcado
Cuando ya están terminados, "perfectos” en su finitud, los miro una última vez. Subo el volumen de la música. Según la mística del arte visual que prevalece en museos y galerías, el dibujo es un objeto no tocable, observable a cierta distancia, debido a su carácter único y frágil. Este misticismo es sólo aplicable a aquellos dibujos que han alcanzado la categoría de objeto artístico, no los que hacemos en el baño con el marker permanente una noche de fiesta pre-2020. Si el dibujo puede ser multiplicado/reproducido, como es el caso de dibujos hechos en/para fanzines, serigrafía, grabados, etc., sólo al original (o sea el primero hecho “a mano”) se le otorga este aura que tanto le disgustaba a Walter Benjamin. Cuanto más reproducible, menos aura conserva ese original.
Siempre me ha gustado exponer mis dibujos al contacto, a los accidentes, a las manchas, al deseo. No se trata de evitar el aura, sino de contaminarla, contagiarla, fluirla, mancharla, meterle ritmos y experiencias variopintas por el camino. La mística capitalista occidental del arte visual quiere objetos inertes, aislados del mundo, atemporales, ahistóricos, “universales”, inmodificables en su materialidad y su significado. La noción de aura es aplicable al género del cisheteropatriarcado, quizás Benjamin era más queer de lo que parecía, que ya es decir. Como las TERFs quieren a La Mujer, así quiere la maquinaria del arte las obras. Objetos con aura, géneros con aura de los que se derivan luego copias inexactas y sin tanto valor porque no son “reales” (“originales”?). Como todo en el sistema cisheterocapitalista, esta es una ilusión para mantenernos infelices y calladxs. La realidad es que todo cambia, todo fluye, todo es temporal, histórico, local y global, todo está contaminado y contagiado de vida, todo contagia y contamina de vida, todo es transversal, transtemporal, transfluido, trans... El aura y el género (natural, sólido, dado por los dioses de la medicina) son creaciones discursivas de las élites, un peo transformado en aria de la imaginación cisheternormativa occidental.
2. El rasgado y la utopía
Volvamos al dibujo. Primero recorto las forma en grafito y las extraigo de su fondo blanco de papel inmaculado. Las hago pelotita, las arrugo, las aprieto, las pellizco, las extrujo, las muerdo. No es un abrazo cariñoso, ya os habréis dado cuenta de que estoy bastante cabreadx.
Las rasgo a mano, en trozos pequeños, escuchando bien el ras ras del papel. Sobre la mesa desperdigo los restos desordenados, arrugados, de ese dibujo que fue. No hay duelo. Nunca me han interesado los dibujos terminados, una vez que los finalizo la mayoría acaban enrollados en un tubo al que ni siquiera pongo el nombre. Tampoco es un puzzle, si quisiese el dibujo original no lo rompería, si lo rompo es porque creo que en la ruptura hay una multiplicidad de posibilidades diferentes. Sin ese rasgado no hay una utopía posible. Por eso, dejo trozos de lado, cojo los que me apetecen y los demás irán a parar a otros experimentos o al reciclaje.
Empiezo a colocar unos trozos junto a otros. Lo que surge no es casual, combino y recombino los trozos, los giro, los yuxtapongo, los redesperdigo, los sitúo en relación a los demás. No hay una coherencia per se, pero sí que hay una consciencia de que cada decisión abre y cierra mil otras decisiones. Por tanto, lo que surge es sólo una fotografía momentanea de la potencialidad de la combinación de esas infinitas posibilidades, que está tanto determinada por esas recombinaciones como por los gestos en grafito del dibujo primero y por los gestos rompedores del momento de rasgado. Así pues, como todo en la vida incluido el género, este un proceso de dibujo transtemporal (que no atemporal). Esto es algo de lo que hablar en otro momento.
3. La expansión y la vida contra el suelo.
Los dibujos que surgen de esta combinación son momentáneos porque están en movimiento, incluso en su materialidad. Primero, porque obviamente, como todo dibujo, son sensibles a la luz y por tanto puede que el papel amarillee, puede que el grafito pierda contraste, etc. Lo segundo, porque cuando los coloco en la superficie de cristal no los pego. A veces pongo un trocito de celo entre trozos pero eso me sirve para crear conjuntos complejos de piezas. Nunca pego los trozos al cristal del fondo, por tanto, se mantienen en su sitio (o se desplazan demasiado lentamente para ser percibido) por la presión del cristal de encima. Así que desde ya los dibujos se están transformando materialmente (por la luz, la humedad) y espacialmente (por la gravedad que los atrae hacia la parte baja del cristal). Si el marco de cristal con el dibujo dentro se cae, el dibujo quedará completamente transformado, incluso puede que se expanda por todo el suelo si los cristales se rompen. No pasa nada, todxs nos hemos expandido y roto alguna vez por el suelo. Se cogen los pedacitos y se hace un nuevo dibujo distinto al de antes. Como la vida misma.